ARTÍCULO ITEPOL
Ya ha pasado un mes y poco del desgraciado episodio meteorológico que nos castigó (aunque nos venga a la cabeza la Comunidad Valenciana, no hay que olvidar al resto de España) y aunque queda muchísimo por reconstruir, podemos hacer un primer balance una vez calmados, algo más sosegados y más descansados, que no por ello, menos enfadados; desde la crítica más puramente constructiva para no volver a caer en errores de «perogrullo» en el futuro, que esperemos no se repitan si conseguimos aprender de ellos.
Estamos viviendo momentos difíciles y más que nunca, se han visto las fallas de un sistema en la gestión de las emergencias muy mejorable. ¿Culpables? Pues no nos gustaría usar ese término, nadie tiene la culpa ni nadie quiere para con sus conciudadanos, semejante tragedia. Pero sí hay responsables de que la gestión no fuese más eficiente y eficaz, dos términos dignos de estudio.
En lo que a nosotros respecta, quisiéramos destacar los “palos en las ruedas” que nos han puesto a las fuerzas del orden bien por ignorancia, bien por otros intereses con un claro perjudicado; el ciudadano.
Por suerte, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad están compuestas en sus bases por personas comprometidas con sus oficios, muy por encima de las instituciones a las que representan, profesionales anónimos, personas con vocación de servicio, aunque algunos no quieran verlo y pese a todos, que se HAN PARTIDO EL LOMO, desde el minuto uno, tanto con el uniforme como sin él, con medios propios o incluso llegando a pie a zonas siniestradas para auxiliar a los propios compañeros que también se han visto afectados y que a su vez, no dejan de ser ciudadanos damnificados por la catástrofe.
Nuestros dirigentes (tanto políticos como técnicos) se han perdido en un mar de instrucciones, normas, recomendaciones y directrices varias (SES, AVSRE, Delegación de Gobierno, Estado, entidades autonómicas y locales, etc…) olvidando u obviando lo básico que estudiamos en las oposiciones. Empezando por el artículo 104.1 de nuestra norma magna, aquella que se sitúa en la cúspide rezando tal que así; «las FFCCS (que no únicamente del estado, sino todas) bajo la dependencia del gobierno, tendrán como misión, proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana».
Resulta obvio que los derechos y libertades e incluso la seguridad ciudadana, se han visto comprometidos y siguen estándolo. Pero siguiendo la escala normativa, por debajo de la Constitución, tenemos la vetusta LOFFCCS 2/86, que sin entrar a valorar su preámbulo, nos detenemos en el artículo 5, para leer, en cuanto a los principios básicos de actuación, que debemos actuar con la decisión necesaria, y sin demora cuando de ello dependa evitar un daño grave, inmediato e irreparable. Supongo que palabras sobran, pues una pérdida humana, es grave e irreparable. Las primeras 48 horas fueron cruciales.
Hubo cierto debate en cuanto a la actuación de las Policías Locales, y para no salirnos de la narrativa de la LO 2/86, nos gustaría destacar primero el artículo 52 para enfatizar que son «Institutos armados, de naturaleza civil con estructura y organización jerarquizada», y volviendo atrás, el artículo 51.3 que ordena lo siguiente: «dichos cuerpos sólo podrán actuar en el ámbito territorial del municipio respectivo, salvo en situaciones de emergencia y previo requerimiento de las autoridades competentes». ¿Es una situación de emergencia?, ¿son los alcaldes autoridades competentes?.
Pero es más, la tan criticada y modificada Ley de Coordinación de Policías Locales de la Comunidad Valenciana 17/2017 (nadie discutirá su vigencia y rango de ley) ordena “el impulso de la coordinación y la colaboración interadministrativa para la mejora de la prestación de los servicios de seguridad pública en ámbitos supramunicipales, así como la dirección de la cooperación eventual entre las diferentes administraciones públicas con el fin de atender necesidades temporales o extraordinarias». ¿Estamos ante una necesidad temporal o extraordinaria?. En este punto, también hay que recordar el artículo 31 que redunda en que «sólo podrán actuar en el ámbito territorial de su municipio, salvo en situaciones de emergencia».
Por no olvidar el principio de autonomía local reconocido en la Carta Europea de Autonomía Local, también referido en el artículo 137 CE, cuando nos recuerda que «el Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses». o la cooperación interadministrativa reconocido en el artículo 103 de la Ley 39/15 que establece el procedimiento administrativo común de las Administraciones Públicas.
Parece ser que hay que recordarle a algunos, que cuando cayeron las primeras gotas de lluvia, quienes estaban a pie de calle, fueron Policías Locales. Quienes estarán cuando se retire el último cubo de barro, serán Policías Locales. Cuando empiecen a entrar los primeros vehículos para reconstruir, serán los Policías Locales los que regularán el tráfico. Quienes auxiliarán en primera instancia accidentes laborales de albañiles, electricistas, fontaneros, etc. Igualmente, será la Policía Local quien patrullará por esas calles en noches frías de invierno para garantizar la seguridad ciudadana. Sin olvidar a los compañeros de Guardia Civil que por demarcación territorial estaban en las zonas afectadas de quienes hay que lamentar pérdidas humanas. DEP compañero.
Parafraseando al coronel Charles Ardant Du Picq (1821-1870), que descubrimos en el libro titulado “Sobre el Combate” de Dave Grossman, “cuatro hombres valientes que no se conocen entre sí no se atreverán a atacar a un león. Cuatro menos valientes, pero que se conocen bien, seguros de su confiabilidad y consecuentemente de su mutua ayuda, atacarán resueltamente. He ahí la ciencia de la organización”.
Con la finalidad de aprender de los errores y no volver a repetirlos, hay que decirlo; se ha perdido una magnífica oportunidad para demostrar que las FFCCS podemos y debemos trabajar conjuntamente, en esta ocasión bajo un mando único y procurarnos cooperación recíproca como ordena el artículo 3 de la citada LO 2/86.
Como ejemplo, se ha visto estos días como pollo sin cabeza, coches patrullar en zonas complicadas que NO PRECISABAN sobresaturación de tráfico, con mucho ruido haciendo un abuso de los acústicos sin tener en cuenta en cansancio y hartazgo de civiles, contribuyendo al caos, nerviosismo y desorganización de los primeros días.
Si en un coche sumas un Policía Local (por su conocimiento sobre la ciudadanía de su localidad), un Guardia Civil (por demarcación) y un Policía Nacional, conseguimos multiplicar conocimientos. Y en dónde habían 3 coches con 6 efectivos, tendremos esos mismos coches con 9 recursos humanos, por lo tanto, optimizamos recursos materiales y multiplicamos los recursos humanos. Todo ello, bajo un mando único que no sea una oveja, pues como dijo Alejandro Magno; «No tengo miedo de un ejército de leones dirigidos por una oveja; tengo miedo de un ejército de ovejas dirigidos por un león».
La Guardia Civil, bien sabe trabajar de forma coordinada, y bien de ellos se puede aprender, no en vano, históricamente ha salido de misión por medio mundo y está en FRONTEX trabajando codo a codo con otras FFCCS de otros países. Igual es que sabían aquello de que “El trabajo en equipo es el secreto que hace que la gente común logre resultados poco comunes”.
De los muchísimos referentes que tenemos en el mundo policial (Ernesto Pérez Vera, Edmundo Mireles, el ya citado Dave Grossman, Jhon Boyd, Cecilio Andrade, Denis Tueller, etc…), quisiéramos detenernos con Samuel Vázquez y su compañero Josema Vallejo, en la entrevista que se puede ver en YouTube, para el canal Wall Street Wolverine, destacando que NADIE TOMÓ una decisión a tiempo.
Tenemos una administración excesivamente BUROCRATIZADA. Cuesta muchísimo tomar decisiones rápidas porque los que están en la cúspide, quienes deben tomar decisiones son en su mayoría políticos sin ninguna experiencia en sus áreas que parasitan los puestos de mando y que han metido a mandos afines a sus intereses para proteger las estructuras de poder. En nuestras formaciones, hablamos mucho de la conocida como Ley de Hick, formulada en 1952 por sus ideólogos William Hick y Ray Hyman, que nos habla de la relación del tiempo de respuesta en relación al número de variables. En otras palabras; el tiempo de respuesta en la elección de una opción aumenta a mayor disposición de elecciones diferentes se dispongan. Y si sabemos esto, ¿Por qué se enmaraña todo?, ¿por qué no se simplifica?. En definitiva, el exceso de mandos genera una burocracia innecesaria que frena la capacidad de resolver problemas y tomar decisiones efectivas.
Y para muestra un botón; para cuestionar esa mayor disposición de elecciones diferentes, recomendamos la lectura del libro “La casta autonómica, la delirante España de los chiringuitos locales”, de Gabriel RUIZ y Sandra MIR.
¿Se acuerdan ustedes de aquel famoso incendio forestal en el que fallecieron bomberos catalanes calcinados, de los que se filtraron audios?. Pues al parecer, se podría haber evitado, si un helicóptero que estaba en el límite de su comunidad autónoma, hubiese vaciado el agua que portaba para sofocar lo que en principio era un conato de incendio en su comunidad respectiva, que se agravó y comprometió a otra comunidad autónoma. Pero los límites competenciales, no lo permitían. Nadie tomó una decisión acertada. Seguimos sin aprender nada.
Para ir finalizando esta disertación, quisiéramos recuperar las siguientes palabras del mítico vigésimo verso del Cantar de Mío Cid, “Qué buen vasallo sería si tuviera un buen señor a quien servir”. Los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, en líneas generales y en el respectivo ámbito de sus competencias, somos grandísimos profesionales, implicados, formados y comprometidos. Sabemos qué hacemos, y qué podemos hacer. A los burócratas y técnicos de despacho, a esos que no han pisado nunca la calle, a quienes nunca han tenido el honor de vestir y defender un uniforme, a esos que han olvidado cuál era su oficio, únicamente les decimos: “DÉJENNOS TRABAJAR”.