LA SALUD EMOCIONAL DEL POLICIA

ARTICULOS  I.T.E.POL.

“Me metí en la habitación de mi casa dejando a mi mujer e hijos en el comedor. Cogí mi arma personal, la alimenté y me apunté a la garganta… En ese momento sonó el móvil… esa llamada me salvó la vida”.

Cuando un compañero, perdón, cuando un amigo te cuenta esto de servicio, tu cuerpo sufre un escalofrío y tu mente no sabe que decir o hacer.

Avisamos que con este artículo se pretende generar controversias en nuestro mundo policial, eso sí, siempre positivas. Se pretende hacer ver una necesidad fundamental que, por un lado, parece que hemos obviado o que, “simplemente”, no se quiere ver.

Con la que esta cayendo hoy en día en nuestra sociedad, ¿quién no tiene un compañero de patrulla que te cuenta sus problemas económicos? Que si a su mujer la echan del trabajo, la reducción del sueldo, que no le llega para pagar la hipoteca, que si la subida del agua, luz, IVA, etc…

Sin olvidar otros inconvenientes de nuestra vida diaria que pueden influir en el servicio, como los problemas de pareja, la separación de la mujer, la enfermedad de mis padres, con quien dejo a los niños esta semana, o necesito otro trabajo para llegar a fin de mes. Y, por antonomasia, las rencillas del trabajo.

Pues todo lo citado anteriormente, puede generar problemas en el desarrollo del servicio diario, perjudicándonos a nosotros mismos, o al mismo ciudadano.

Por otro lado, en cuantas ocasiones se llega a comentar entre compañeros lo inapropiado que es, que ciertos policías lleven armas de fuego, o que si a éste le han dado la baja psicológica por problemas con la mujer… Y con ello, hemos sentido un alivio, por no tenerlo a nuestro lado de patrulla durante un tiempo.

Nos podemos remitir a hechos ocurridos a nivel nacional, algunos de ellos conocidos por la opinión pública y otros ocultos a la misma (sin saber la finalidad de la ocultación).

El caso más impactante que podemos recordar en España, sucedió en el año 2011 en la población de Bétera, en Valencia, donde un policía, en un cambio de turno, mató a otro de dos disparos, y luego se intentó suicidar con un disparo que resultó no ser mortal. (Publicado en varios medios de comunicación). Trascendió a la opinión pública, que el desencadenante de los hechos fuese un “problema sentimental de desengaños entre las parejas de los policías”.

Cualquiera que trabaje como policía, sabe que en las plantillas hay problemas entre compañeros y, en ocasiones, los mandos policiales y las Jefaturas, no acatan dichos problemas poniéndoles solución, sino más bien, optan por que se resuelvan por sí mismos.

En Valencia, ha habido otros casos, como el del Policía Nacional que mató a la novia y luego, tras avisar a la familia, se suicidó con el arma reglamentaria. Otro más reciente, es el del Policía Local de Valencia que agredió con un cuchillo al director del banco que le vendió las preferentes, y que posteriormente ha acabado quitándose la vida en prisión (D.E.P.)

Otros casos recientes son los de otro Policía Local de Valencia, que se quitó la vida en casa delante de su familia, o el Policía Nacional que hace unos meses, en la población de Paiporta (Valencia), se suicidó por problemas de pareja.

En definitiva, y al fin y al cabo, se perjudica al ciudadano que tanto espera de la administración policial, ya sea por la reducción de efectivos en las plantilla, o bien porque el policía no puede realizar su labor, en un ambiente del cariz que publica la prensa. Esto es, como le sucede a cualquier trabajador en general.

En cuanto al suceso más reciente, el del Policía Autonómico que, al parecer, se suicidó en el Palacio de San Telmo en Sevilla, cuando se encontraba de servicio.

Hace algún tiempo, en un artículo se publicó que el número de suicidios de Policías en Madrid había ascendido en los últimos años, siendo una de las causas motivantes, el estrés policial.

 

No queremos sacar a la luz hechos negativos en la profesión, ni mucho menos, sino, como se decía anteriormente, hacer ver que existe la necesidad de paliar estas situaciones. Pero la pregunta es, ¿cómo se hace? Una de las medidas a tomar, podría ser la reevaluación por un tribunal, compuesto de psicólogos que realicen las pruebas oportunas, para determinar si el policía está capacitado para portar armas, o para seguir ejerciendo la labor policial. No olvidar que, una vez aprobada la oposición, no se realiza una valoración psicológica durante el resto de la carrera profesional, cosa que, si bien se realizan controles médicos anuales, por qué no ampliar los mismos para dicha reevaluación.

Otra medida, podría ser que las Administraciones dispusieran de un gabinete psicológico, donde el policía pudiese acudir si éste considera que es necesario. ¿Cuántos policías llegan “al patrulla”, para poder contar a su compañero todos los problemas? Al final, se establece “el patrulla” como el diván del psicólogo.

Recientemente y, persiguiendo la mejora en la salud mental de los profesionales policiales, recientemente se ha establecido un convenio de colaboración entre un sindicato policial y la Universidad de Valencia, más concretamente con la Facultad de Psicología, para cuidar la salud mental de los policías. En la publicación del acuerdo, se menciona lo siguiente: –La profesión de policía está considerada como una de las más expuestas a la ansiedad y estrés en diferentes publicaciones científicas. De este modo, el sindicato se planteó iniciar un proyecto que estudiase las formas de valorar y atender el cuidado de la salud psicológica en los profesionales de la Policía Local-

A colación de lo anterior, hace unos meses leíamos una noticia similar pero en Madrid: – El Ayuntamiento de Madrid prevé crear un gabinete dentro de la Policía Municipal con objeto de “prevenir y detectar las alteraciones psicológicas” de los funcionarios que componen el cuerpo, según pone de manifiesto la convocatoria de personal interesado en trabajar en este departamento emitida hace un mes.

Pues leyendo y analizando estos dos últimos párrafos, parece que cada vez más, existe una preocupación con respecto a la salud mental y emocional de los policías.

 

Desde estas líneas, proponer unas recomendaciones apropiadas para intentar, en la medida de lo posible, aliviar o reducir las posibles tensiones que se pueden acumular en el día a día de todo policía y, con ello, mejorar nuestro estado anímico.

    • Lo importante en la vida es la familia y todo lo que gira su alrededor, es por ello que antes de salir de casa sería recomendable despedirse con un beso y un abrazo de las personas que están a tu lado y te hacen feliz.
    • Intentar no mezclar los problemas de tu vida personal con el trabajo. Hacer una especie de capa de protección para esos problemas que puedan alterar tu labor policial.
    • En la entrada del servicio, saludar a tus compañeros que están en dependencias con una sonrisa, seguro que te la devuelven, pruébalo. La sonrisa se trasmite.
    • Mientras te cambias, habla con tus compañeros más cercanos, comenta que tal el día, o por la familia, o por cualquier cosa, pero habla. Esto mejorará la comunicación con aquellas personas que convives 8 horas de tu día.
    • Durante el servicio, y siempre que éste lo permita, comentar con el compañero cualquier hecho buscando algo de humor en la conversación, será una forma de aliviar las situaciones tensas de los servicios.
    • Cuando finalice algún servicio y algo no te ha gustado, coméntalo con tu compañero. Siempre será mejor hablarlo que no darle vueltas uno solo en la cabeza, generando una serie de pensamientos negativos. Si se comenta, os puede ayudar para mejorar  la siguiente intervención.
  •  Cuando finalice el servicio, cámbiate en el vestuario. Es una forma de dejar allí las tensiones del turno, y no llevártelas a casa.

Para finalizar, deciros que también es bueno tomarse unas cervezas con los compañeros después del trabajo.

 

“Lo bueno de todo esto, que aquí estamos para poder contarlo…” Anónimo.

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